miércoles, 9 de febrero de 2011

32: Pies cansados.

(la caja de cristal III.)

¿Dónde tienes la llave?
A mi puedes confesármelo, te
guardaré el secreto, lo olvidaré
al instante, pero dímelo te lo ruego,
no sigas encerrado en esa caja,
no te conviene, estas perdiendo
el color de los ojos, ya casi ni se te
ven las cicatrices de las manos.
Quizá la tenga esa señora que llama
todas las noche, habla poco pero
solo dice cosas bonitas, si la tendrá
                                                        ella.
O tal vez el vecino del quinto, ese
que saluda en el ascensor pero luego
en la calle se cruza de acera, o simplemente
mira hacia otro lado, ¿la tiene él? No,
no creo, no es de fiar, no tanto como yo.
Por cierto, la portera subirá a verte,
le preguntará a ella, esa se entera de todo,
incluso de lo que no entiende. Pero
habla muy bien de ti, como todas las vecinas,
si supieran, como yo, que haces las noches
que suena a cristales rotos, no pensarían
                                                        lo mismo.
¿Dónde tienes la llave?          

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