Día quinto: el primer Kebab de una larga historia.
Tranvías amarillos y culos helados,
Espías sordos que preguntan por
El tiempo en Paris.
Almacenes de objetos perdidos,
Olvidados por sus arquitectos.
Cuando me hables en alemán
Solo podré cantar:
Fridiralalla, fridiralalla, fridiralalalalla.
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