martes, 1 de marzo de 2011

Cuarenta y tres: De buenas a primeras.

Beber para olvidar. Amar para
tener que seguir bebiendo.
Escribir, una vez bebido, para
mirarse a uno mismo
y revolcarse en su propia mierda.
Deleitarse con el olvido, bebiendo,
escribiendo, muriendo poco a poco,
sin prisa alguna ni obstáculos en el camino.
Amar como excusa, como argumento
de carga y llevar por bandera el sufrimiento
por un amor frustrado lleno de llagas y
antojos, que provocan y mutilan las
miradas y los verbos, que cohíben en extremo
hasta los mas simples gestos.
Prohibido tocar y mirar y sentir mas allá
de lo pactado.
Sigue amando y bebiendo y escribiendo
 y olvidando sobre todo, para tener
una escusa, para volver a empezar
y ya no volver a perder el tiempo
en creencias absurdas y esperas infantiles.
Dale al cristal la pasión que seguro
te devolverá como un efebo alocado y
eterno, harto de amantes vacíos
y te acogerá en sus brazos para dormir
por fin en la compañía de quien mas amas.
                                                               De ti mismo.

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